Notas |
- Juan II de Francia, llamado "el bueno" (en francés: Jean II le Bon) (Le Mans, 26 de abril de 1319 – Londres, 8 de abril de 1364), fue el segundo rey de Francia de la dinastía Valois. Era hijo de Felipe VI de Francia y Juana de Borgoña.
Al iniciarse la Guerra de los Cien Años, Juan fue nombrado oficial y más tarde general de las tropas francesas, combatiendo principalmente en Bretaña. Como general era ávido de dinero, de juicio mediocre, terco y principalmente mal aconsejado. Sin embargo, era generoso con los suyos y dotado de un espíritu valiente en batalla, lo que le valió el sobrenombre de “El Bueno”.
Fue coronado al cumplir 30 años. Su reinado estuvo marcado por graves problemas financieros, intrigas generadas por el Rey de Navarra, Carlos el Malo (pretendiente al trono francés), por la crisis de los Estados Generales y por la prolongada Guerra de los Cien Años con Inglaterra.
Los ingleses, dirigidos inteligentemente por Eduardo III y su hijo el Príncipe Negro, hicieron prisionero al Rey Juan en la Batalla de Poitiers junto con su hijo Felipe el año 1356. Fue conducido a Londres y liberado cuatro años más tarde, al firmarse el Tratado de Brétigny con el compromiso de un pago de 3 millones de escudos de oro. Como garantía dos de sus hijos (Juan y Luis) debieron marchar a Londres y ocupar el lugar de su padre y hermano. No obstante, Luis huyó en 1363 y el Rey debió volver y entregarse, cumpliendo con el código de honor que lo obligaba. Murió a los pocos meses, en abril de 1364.
Los reyes franceses supieron aprovechar la relación con la nobleza en torno al Ródano, concediéndoles rentas y poniendo en práctica una hábil política matrimonial. Así, la Casa de Saboya rendía homenaje al Rey de Francia. De esta misma forma, el Conde Humberto II de Vienne apremiado por las deudas[5] y sin herederos después de la muerte de su único hijo, vendió el Delfinado[6] a Felipe VI con el sueño de hacerse cruzado, con la única condición de que fueran los príncipes primogénitos quienes llevaran la corona de Delfín. De esta manera el Delfinado gozaría siempre de un rey exclusivo para ellos y lo suficientemente joven para no intervenir demasiado en sus asuntos.
Así pues, Juan fue el primer Delfín de Francia, título que se conservaría hasta el fin de la monarquía francesa.
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