Notas |
- Según las crónicas, a Pedro se le conocían tres hijos que la reina Isabel conocía como «los lindos pecados del Cardenal». De los amores que a partir de 1460 tuvo con Mencía de Lemos, acompañante de la reina Juana, nacieron dos hijos: Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, futuro marqués del Cenete, nacido en Guadalajara en el palacio de los Mendoza en 1462, y Diego, luego conde de Mélito y señor de Almenara, nacido en 1468 en el Real del Manzanares, «en amaneceres».
En 1476, pidió a la reina Isabel la legitimación de sus dos hijos, que le fue concedida el 15 de junio de ese año; en 1478, Sixto IV concedió al cardenal autorización para testar a favor de sus hijos, y su sucesor Inocencio VIII, en 1486, le concedió la verdadera legitimación. Años después, los Reyes Católicos concedieron la capacidad de instituir los mayorazgos que quisiera a favor de sus hijos. Aquí aparece el tercer hijo del cardenal, Juan Mendoza, nacido años atrás en Valladolid, de Inés de Tovar, y al que no se le consignaría mayorazgo alguno.
En la ciudad de Guadalajara, el 11 de enero de 1495, tras casi un año prostrado por una grave enfermedad renal y recibiendo la visita de los Reyes Católicos en más de una ocasión, moría el gran cardenal. Dejó como heredero de todos sus bienes al hospital de la Santa Cruz de Toledo. Su féretro, acompañado por los Reyes en una solemne comitiva que duró cuatro días, trasladó el cadáver desde Guadalajara hasta Toledo, donde fue enterrado en el presbiterio de la catedral, como él había elegido.
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